Está cerrada la droguería

Estos días estoy reflexionando sobre muchas cosas. Sobre la vida. Un replanteamiento general antes de comenzar el nuevo curso. Volver a ordenar las cosas esas que llaman ética, moral, valores, etcétera. Hize un descanso en mis reflexiones y me dio por encender el ordenador y ver algo. Lo que sea. Me topé con mi ídolo. Un ídolo cercano. Volví a ver una entrevista donde el me daba las claves para seguir soportando el calor, entre otras cosas. Me he tomado la molestia de transcribirla. Si me/te gusta, seguiré.

- Jesús Quintero: Pero, ¿Tu en que crees?
- Silvio: Hombre, yo creo en que hay una ley universal. Yo creo en que todo va bien. En que no hay mal que por bien no venga, aunque se que es muy difícil asimilar eso. Es muy difícil que la persona humana pueda asimilar eso. Quizás los animales estén mas adelantados que los japoneses y que nosotros. Saben que todo va bien y que todo es como es. Lo que pasa es que el egoísmo humano te hace por ejemplo: No me han tocado las quinielas, joe... He perdido el autobús y ya es tarde, joe... Así. En realidad, si no te han tocado las quinielas es porque no estaba escrito. Y si has perdido el autobús es porque lo tenias que perder.
- Jesús Quintero: ¿Te conformas con todo?
- Silvio: Me conformo con todo. Otro día me lo preguntaste y también te dije eso. Si. Me conformo con todo. Esa es la única manera de vivir un poco tranquilo. Te vas a lamentar de algo...

GRANDIOSO



Protagonista

De tanto hablar de cine he terminado encuadrando la vida.
Esto lo dijo Loquillo en una de sus obras de arte rockeadas. Pues a mi me pasa algo parecido. La (ya) cantidad innumerable de films que me he metido entre pecho y espalda me han hecho ver la vida de otra manera. Tengo una manía casi enfermiza por tomarme la vida como una película. Admiro un buen decorado como la plaza Virgen de los Reyes o elogio al diseñador del vestuario cuando subo al C2 de mi alma y de mi corazón (rojiblanco). Alguien dijo en alguna ocasión que todas las películas son trozos de una misma película, incluso las de ciencia ficción. No puedo estar mas de acuerdo. Es más, todas las películas son la misma historia. Se quiera o no se quiera, eso es así.
Este post lo podría convertir en un freak-homenaje con una sucesión de actores y directores dándomela de que se mucho del séptimo arte. Pero no. Vengo a extrapolar el cine a mi vida. O al revés, da igual. Porque la vida de cada uno es una película. Mejor o peor. Yo soy el protagonista de mi vida, o por lo menos intento serlo. Además tengo la suerte de contar con buenos actores de reparto y una excelente banda sonora. Aunque como es evidente, ni mi padre es Vito Corleone ni trabajo (de momento) para el FBI. Mi vida es cine español. Desgraciadamente no tengo elección. Deprimente, subvencionado, terrorífico, humorístico y disparatado cine autóctono. Eso también es así. Entonces me pregunto: Si cuando uno va a morir, por ejemplo en accidente de coche, ve pasar su vida por delante; ¿La última película que vemos es española?. Me escalofrío de solo pensarlo...

Atrayana...

Hoy me he levantado trianero. A pesar de haberlo hecho físicamente en un pueblo aljarafeño, mi espíritu estaba en Pureza. Realmente, hacía mucho tiempo que no paseaba tranquilamente por mi lugar de nacimiento, del que me exilié hace ya más de una década por razones que nunca nadie llegará a comprender. Entonces no me ha quedado más remedio que adentrarme por la Cava de los Gitanos a observarla. Hoy me he parado a ver Triana con mi armónica en la mano. He dejado que el sol me dé por la orilla bética del Guadalquivir. He desayunado en Santa Ana mientras veía las obras de la casa de mi Esperanza. La de Triana. He subido por tropecienta vez la escalera de El Faro para tocar el azulejo del Mercao al otro lao del Altozano. He ido a saludar a mi amigo motero Ángel Berral. Y por supuesto, he cruzado el Puente de Isabel II. Lugar atestado de candaditos, candados y candadazos con los nombres de enamorados. Hay que ver con la cantidad de tradiciones románticas que tiene esta ciudad, y tenemos que importar lo de poner los candados cual puente florentino. Increíble.
Y todo esto ha sido en unas pocas horas. Horas con mis cascos puestos. Horas de mañana desnuda...


82 años

Y todavía no ha perdido el sentido del humor. Aunque se sepa en la recta final de su existencia. Tiene parkinson, igual que Mohamed Ali. En otro tiempo fue astillero. Pero no tuvo la oportunidad de quemar ningún neumático. Se ha forjado en la cubierta de barcos. Dicen que ya no sabe lo que dice, pero habla con más cordura que muchos que aparecen a diario en los medios de desinformación. Él debería ser un líder de opinión. Me alegró, me alegra y (espero que por un tiempo más) me alegrará aún más la vida con sus cosas. Cosas fascinantes de viejo.
Ahora vivo junto a él. Es más. Estoy viendo en estos momentos como él ve la tele a mi izquierda sentado en su silla de ruedas. Serio. Pero a mi no me engaña. Tiene mucho arte dentro. Nacido en Barbate. No hace falta decir más. El destino nos ha vuelto a unir un verano más. Aunque aparentemente sea todo diferente porque él no pueda valerse por sí mismo, seguimos teniendo esa química especial. Química de grandes parejas del humor. Un espectáculo digno de levantarse de su sillón burgués para aplaudirnos.
Esto es un homenaje a mi abuelo. Homenaje no póstumo. No esperaré a su muerte carnal para ofrecerle mi pleitesía. Ya la tiene desde hace muchos años. Por muchas razones. Él me enseñó a ver la vida de otra forma. Yo creo que tengo mucho de él, y parecerme a él será haber cumplido con creces porque era una gran persona. Un gran abuelo. Gracias por todo.

Durmiendo con el enemigo

Gracias a la mudanza estival a la que me obligan mis padres, no resido en estos momentos a la vera (o velá) de mi Triana. Por causas que no vienen al caso, he dormido estos días en casa de un amigo. Este buen señor me ha acogido amablemente entre sus botellas de Coca-Cola y sus mini kits-kats. Pero mi estancia aquí finaliza en breve. En pocas horas volveré a estar despierto para acudir al convento de mi santa favorita. Santa Ángela, la cual por coincidencias azarosas fue santificada el día de mi cumpleaños hace unas primaveras atrás. Estas cosas pasan por tener fe. Aunque sea en algo. La creencia ilógica en algo me hace enlazar hechos magníficos y así paso la mayor parte del tiempo. Atando cabos aunque no me agrade mucho la mar. Volviendo al tema titular.
Este samaritano de pelo en pecho se ha extrañado mucho al saber mi plan mañanero del domingo. Con él he mantenido innumerables, tediosas y largas charlas que han derivado en la religión. Centro respetable de su vida actual. Tras colgar el teléfono me ha espetado sin más dilación, ¿Tú yendo a misa?. Pues si. Entiendo su asombro. Yo no concuerdo en muchos aspectos con las actual Iglesia. Con la anterior que quemaba gente y eso, SI. Las razones no las sé. Pero hay algo que no me cuadra en la organización comandada por Ratzinger Z. El anterior Papa me gustaba más. Yo creo que a todo el mundo le gustaba más. No porque el actual se parezca a uno de lo malos de Star Wars, sino porque Juanpa tenía algo. Yo creo que tenía el Factor X. Bueno. Por si ustedes no lo saben, yo un católico peculiar. No voy a misa, no comulgo y no defiendo la religión en casi ninguna conversación medio decente. En cambio, voy a mis templos favoritos a rezar, defiendo a muerte la Semana Santa de mi ciudad, escucho la COPE (por Fede), e intento llevar a cabo algunos mandamientos. Honestidad brutal, que diría el profeta Calamaro.
Para finalizar esta proclamación nocturna, me gustaría dejarles una cita que la cultura mod me ha dejado en herencia tras numerosos años de lucha en las calles: KEEP THE FAITH!!

¿Copa o pipa?

Acabo de llegar del partido debut de mi panda de mercenarios en la Peace Cup. Gracias a las pocas entradas que se han vendido estos días, he podido ver gratis a la marrullera y legendaria Juventud de Turín. Hoy les vengo a hablar de la paz.
Pretexto para organizar este grandioso torneo. 12 equipos basados en los valores de la solidaridad, el compañerismo y demás valores que sobran en los cárteles de esta sociedad. Hilarante comicidad la de los creadores de este evento andaluz. Se habrán fumado una pipa (la de la paz, supongo), cuando pensaban en un nombre para justificar este despliegue de medios y fuegos artificiales. Así que viendo el panorama y la buena causa que vendía esta actividad, me fui en mi amoto a la "isla" de La Cartuja. Yo creía que iba a presenciar un aburrido partido amistoso veraniego. Por ello fui ataviado con baguettes, patatas y roquefores. Comer para matar el aburrimiento. A grandes males, grandes baguettes. Pero me encontré con un partido aburrido. Eso si, con una competitividad digna de un partido de cadetes provincial. Cambios absurdos, camillas, besos al césped y una innumerable lista de gestos propios de la encarnizada lucha futbolística de la temporada que en un mes entra. Todo esto aderezado con una legión de catetos vociferantes sentados detrás, los cuales han insultado a destajo a todo lo que se moviera por el césped cartujano. Fuera de blanco, de vecchio o de naranja colegial. Termina el partido y mi intuición de disturbio ultra me avisa de que los radicales canis de mi entidad salen del recinto en busca de los turineses. Estos podrían caber en un taxi. Salgo del lujoso e inservible estadio y, efectivamente. Vemos a la policía montada sacar sus porras extensibles del tamaño del carajo del equino en busca de la reyerta estival. Esprinto hacia un puente cercano y veo el último esprint del incidente. Un italiano bastante entrado en carnes se refugia en el aparcamiento huyendo de mis paisanos. Me vuelvo a mi barrio. Se cierra el telón. Mi Sevilla ha perdido.
En definitiva, el verano sigue transcurriendo en la capital del oro colombino sin mucho ajetreo. Velás, fútbol de mírame y no me toques, aire caliente en las esquinas y repeticiones de series de éxito. La vida sigue casi igual, porque en realidad, uno anda un poco harto de seguir caminando la misma senda. Me queda la esperanza de volverte a ver. Seas quién seas. Te estoy esperando...

Con sueño en una noche de verano

Cuasi como los 4 fantásticos, cenan en su guarida secreta. Terminan la tertulia nocturna y salen del bar saludando al gentío. Cada uno a su estilo. Canis, pelusos, Adrienes Brodys y camareros más alcoholizados que sus clientes. Unos en Vespa y otros en suela se dirigen a un piso Franco (virgen del Águila) a echar dos o tres horas de fútbol ratrero matar japos con ametralladoras y kalafnikoses. Call of Guty. Vacían el salón de negros, mujeres y niños y se encajan el casco camuflado y el mando (con o sin) sixaxis entre los dedos. Dedos planos de apretar círculos, equis, cuadrados y triángulos desde la segunda mitad de los 90. La tensión se mascó por momentos, pero la misión finalizó con éxito. Tras la batalla vídeo-con-solera, cada uno vuelve a su trinchera. Unos con estudios, ya sean policíacos o selectivos; y otros con cine de amor, es decir, X y P (de pasteloso).
Todo esto se resume en que cada vez quedamos menos en esta ciudad y el que me mira, el cual lleva así demasiado tiempo, me da incomprensiblemente cobijo en su morada a pesar de haber blasfemiado contra nuestros símbolos (si, me incluyo) en una plaza/ita hace varios paquetes de pipas.
Un saludo al de la última fila, porque aunque haya llegado el último, sé lo complicado que está aparcar en estos tiempo donde a cualquiera le dan el tipo-B. ¿Tiene usted cientos de euros?. Tome un arma con radio-cassette incluida.
Que usted vaya con Maradona...

Montesquieu

Manos arriba. Acción Sanchez en los platos.
No te preocupes. Yo conozco al Churruca.

Mamma mia!

Título de la película que vi ayer junto a una cantidad ingente de familiares en el patio de mi casa, el cual sigue siendo particular a pesar del paso de los años. También podría ser la exclamación de alguien como yo cuando escucho a mi padre contarme su última tropelía.
Resulta que mi progenitor es hombre de buenas vestimentas. Por ello, suele ir a trabajar en traje de chaqueta y corbata. Este hecho le convierte en trabajador del Corte Ingles si osa entrar a consultar algún producto en uno de sus sucursales. Las señoras ávidas de información le preguntan sobre todo tipo de productos. A lo que él suele responder un no soy de aquí, refiriéndose a que no trabaja en ese lugar.

Pues bien (otra frase que me encanta). Según me cuenta, al responder esa (ya) mítica frase a una señora en el citado gran almacén del glorioso y rojiblanco barrio de Nervión, esta sin más dilación le contesta muy indignada: Pero hombre, podría atenderme ¿no?. Al creer que mi padre trabaja para otra sección. Grandioso. Pero la cosa no queda ahí. A los pocos pasos otra mujer se le acerca y le pide ayuda acerca de los ratones para portátiles. Mi santísimo padre le responde: No tengo ni p... idea. La señora casi ofendidísima le reprende: ¿Como que no lo sabe? Usted debería saberlo. Más grandioso aún.

Tu eres un bifaro...

Hace exactamente 7 días escribí en este blog la importancia que pueden llegar a tener unas gafas si son bien elegidas y las lleva quien las tiene que llevar. Pues bien. Me parece que he acertado. Este último curso, el cual ha sido universitario curiosamente, me ha servido para darme cuenta que mis gafas gustan, sobre todo al género femenino. Este hecho me hace pensar que quizas eso haya sido lo que me ha mantenido apartado de ese sector de la sociedad: las mujeres. Seres complicados y aparentemente débiles que pululan por la noche en menos cantidad de la uno querría.
Acabo de llegar de la playa y, si mis cuentas no fallan, 6 mujeres diferentes han alabado mis gafas. Quizas en mis anteriores 18 años haya hablado con 6 mujeres diferentes si incluimos a mi madre y mi abuela. Es decir, ¿Son las gafas la clave? Puede ser. Y todo esto mientras mantengo una relación cuasi de noviazgo con un ser excesivamente bello con un nombre excesivamente extravagante. Pero. como usteden comprenderán (esta frase me encanta), este no es el sitio para airear mis escarceos amorosos. Por cierto, hablando de gafas... Ahi llevan un video de Jarvis Cocker:


¡Caray, que mundo!

Antes de irme otro fin de semana a la playa, les dejaré con una canción que a mi siempre me ha inspirado grandes cosas. Y en estos tiempos de perdiciones constantes y palos de ciego, es fundamental seguir algún camino (por absurdo y castizo que sea) para no perderse en la inmundicia del ser humano. Volveré...

¿Quienes son los malos?

Esa pregunta que quizás nos hayamos hecho infinidad de veces viendo una película, me la he hecho yo hoy cuando he escuchado la sentencia que ha dictaminado un juzgado italiano sobre un caso que sigo desde 2007. Quien me conozca un poco, sabrá que no soy amigo de la política ni de la denuncia social, pero este hecho me ha dado que reflexionar en la noche de hoy.
El caso es el siguiente: Un joven dentro de un coche muere de un tiro en el cuello hecho por un policía. ¿Su delito? Estar allí mientras una reyerta entre ultras se sucedía. Bueno, a pesar de que el tema iba por buen camino y el policía había sido acusado de homicidio voluntario, le han caído 6 años de cárcel. Por lo visto, han cambiado la acusación de voluntario a culposo. Yo no entiendo de leyes. La familia del asesinado se pueden imaginar como está. Claman al cielo. Comprensible. Ellos ven como un hombre ha matado a su hijo y la Justicia ve como un hombre vestido de policía mataba a un joven. El delito es el mismo, pero le han buscado un recoveco a la ley para que Luigi Spaccarotella esté como mucho en 6 años en la calle.. ¿Ha influido que tuviera calzado un uniforme de carabinieri cuando realizo los dos disparos? Juzguen ustedes. Tras ver este largo proceso, me cuestiono en que bando me encuentro yo y cuantos bandos hay. ¿Soy de los malos por ir contra la policía? ¿Es el policía-asesino de los buenos solo por llevar un uniforme? ¿La policía nos protege o somos nosotros los que debemos protegernos de ellos? Y por último, si un policía mata a conciencia, ¿A donde vamos a llegar? Dejo el video con la sentencia. Que Maradona nos coja confesados...
GIUSTIZIA PER GABRIELE!


La temática amorosa

El titulo de este post no es el enunciado de ningún inservible examen escolar. Hoy vengo a hablar sobre la temática por excelencia en la música: El Amor. Hace poco, un conocido rapero macareno ha dicho que el Pop lleva anclado desde los años 60 en el tú no me quieres, como duele, ven baby, etc.... No le falta razón. Este género musical triunfa en las listas musicales por miedo. Miedo a reconocer lo que todos pensamos: Dame gasolina!. Hay una falsedad enorme en torno a este tema. A la población le cuesta reconocer que no somos tan románticos. Que somos mas carnales, aunque luego no lo seamos en realidad. Como dijo Mario Celimendiz, una relación de 2 años se esfuma en 2 horas. Yo no os traigo ni la versión rapera ni la versión latina. Traigo otra versión, la de unos notas extremeños que llevan mas de 20 años proclamando el amor canalla y cabrón. Como la vida misma. Extremoduro.


This is Seville today...

Vivimos en el tiempo de las incoherencias desde hace mucho tiempo. Esto no es nuevo. Hoy, mientras bajaba de mi lujoso chalet con piscina en el Aljarafe sevillano, escuchaba por la radio que dos policías han sido brutalmente apalizados por una pandilla de torreblanqueños por intentar retirarles un puestecillo del mercadillo que no tenia licencia. Por lo visto el vendedor no estaba de acuerdo y se puso a la altura del Policía, es decir, chulescamente. Pelea. No cabía otra opción cuando discuten desalmados, ya sean con uniformes o sin ellos. Bueno, pues todo esto ha pasado porque no funcionaban los walkitalkis de la autoridad local. Por lo visto no había repetidores de frecuencia de señal en aquella marginal zona y los compañeros de los agredidos han tardado demasiado en acudir a la ayuda de los pobres policías.
Mi post no viene a denunciar la falta de seguridad que tiene la Policía. Tampoco la venta ilegal de productos. Yo quiero comentar que es cuanto menos curioso que en un barrio como Torreblanca sea el único de esta santa ciudad que no tenga repetidores para avisar a la Policía. ¿En todos menos en Torreblanca?. Pues vaya tela, amigo. Increíble.

Gafas

Dos cristales unidos por una especie de mini-estructura que se apoya en el tabique nasal y en las orejas. Todos sabemos que son unas gafas, pero también sabemos la cantidad infinita de modelos y usos que existen: de sol, de cerca, de ventisca, de pasta, de aviador, de bricolaje, etc... Ayer, mientras degustaba un delicioso litro de cerveza de la malograda Cruz del Campo, observaba como un individuo perjudicado gravemente por el alcohol intentaba piropear a una morena niña que por allí pasaba la hora de la comida. Ella llevaba unas gafas de sol de aviador con la montura plateada y conseguidas gracias a la compra de un ejemplar del Diario de Sevilla cierto día. Él le decía que se las quitara que sin las bifas estaría más guapa. Ella no se lo terminaba de creer. Y ese hecho me dio que pensar. Por supuesto, no les hablaré de como terminó la cosa entre ellos dos.
De lo que si comentaré es de lo que puede cambiar el rostro de una persona con solo colocarse unas gafas encima. Yo, que actualmente uso las mismas gafas que Johnny Depp, no sería el mismo si no me las calzara. Y como yo hay múltiples ejemplos: Edgar Davids, Kareem Abdul-Jabbar, Berto Romero, Jarvis Cocker, etc... Por si alguien no lo sabe, yo soy gafapastista. Pasé de una montura que parecía el dj de Falsalarma a una montura que parecía Manu Sanchez. Y de esa montura he pasado a una que parezco Woody Allen. No descarto en breve pasar a otra montura en la que parezca Wally Lopez o el ya citado Jarvis.
En definitiva, pónganse gafas porque además si las llevas no te pegan porque das pena. Puede resultar patético llevarlas por eso, pero a larga te ahorras unas cuantas ostias.

Miedo al cambio...

Si alguien leyera este blog se preguntaría porqué llevo varios días sin escupir palabras. No me he quedado sin inspiración. Tranquilos. He estado en la playa. Ese lugar atestado de gente que quema al pisarlo y que está lleno de arena pegajosa e incomoda que todavia tengo enganchada en mis pocos pelos de las piernas. Ah, se me olvidaba. Tiene agua al final. Me parece que alguien se dejó un grifo abierto. En este caso, el del agua fría.
Como comprenderán, no vengo a contarles mis mareos marítimos ni que casi me parto la rodilla al reventar una desencolada silla de madera mientras jugaba con Bob Marley a la videoconsola. Estos días he mantenido estos días charlas interminables en las madrugadas con personajes variopintos: un aspirante obamaniano a médico cántabro o aragonés (no lo sabe ni él), un ex-juez de la Inquisición disfrazado de capitán de barco desafortunado (o eso cree él) y una devoradora de series con muchos anuncios (o no. 2 anuncios y volvemos). Con ellos he hablado sobre muchos temas: el amor, el desamor, la droga, el futuro de las gentes de nuestro barrio, la moral, etc... Me quedo con lo último: la moral. Yo a la moral no la conozco bien. Me suena de vista. Pero no nos saludamos casi nunca. Y si lo hacemos, es por pura cortesía ante nuestros mayores. Simplemente por el que dirán. Para que usted me entienda, la moral es lo que hay que hacer según un código ético que nos han metido por la banda cuando mirábamos hacia el burro volador. Esto, como es normal, nadie lo cumple o lo cumple todo el mundo. Porque cada uno tiene su moral y hace lo que le viene en gana.
Un ejemplo: un hombre, que tiene la rodilla mala y la espalda dolorida, tiene una gran maleta roja que transportar. ¿Que hago? ¿Lo dejo en la puerta de su casa o aparco donde sea y que se las avíe como él pueda?. La respuesta la conocen me parece.
Un saludo y gracias por estos maravillosos días en tu chalet.

Mentiras

Todos sabemos que el mundo que habitamos está lleno de mentiras. Desde la primera hasta la última noticia de un periódico son mentira. Todo es mentira. Nosotros mismos somos mentira. Esta reflexión me viene a la cabeza por una acusación hacia mi persona por parte de un (creo que) amigo en un tuburio de mala muerte donde trabaja otro de mis compadres. Mientras degustábamos unas deliciosas tapas luisfeliperas, él ha osado decir que en este blog se vierten mentiras. Yo, como es normal cuando se meten con uno de sus hijos, he salido a defenderlo inmediatamente. No podía quedar impune aquella falsa acusación. He arremetido contra él hasta que, viendo las pruebas encima de la mesa del tribunal callejero, ha decidido desistir e irse a ver una serie yankee que daban por la televisión. Esta persona seguramente lea este post, puesto que tiene mucho tiempo libre ahora que su colegio de (alto) pago le ha dado una calificación altísima y muy acorde con el esfuerzo realizado. Él sabe perfectamente que este post es una gran mentira lo cojas por donde lo cojas, pero acaso: ¿No todo es mentira?. No tengo nada más que decir excepto que os dejo otro vídeo para darle un poco de sentido a este lamentable texto. Simply T.O.T.E.