Mamma mia!

Título de la película que vi ayer junto a una cantidad ingente de familiares en el patio de mi casa, el cual sigue siendo particular a pesar del paso de los años. También podría ser la exclamación de alguien como yo cuando escucho a mi padre contarme su última tropelía.
Resulta que mi progenitor es hombre de buenas vestimentas. Por ello, suele ir a trabajar en traje de chaqueta y corbata. Este hecho le convierte en trabajador del Corte Ingles si osa entrar a consultar algún producto en uno de sus sucursales. Las señoras ávidas de información le preguntan sobre todo tipo de productos. A lo que él suele responder un no soy de aquí, refiriéndose a que no trabaja en ese lugar.

Pues bien (otra frase que me encanta). Según me cuenta, al responder esa (ya) mítica frase a una señora en el citado gran almacén del glorioso y rojiblanco barrio de Nervión, esta sin más dilación le contesta muy indignada: Pero hombre, podría atenderme ¿no?. Al creer que mi padre trabaja para otra sección. Grandioso. Pero la cosa no queda ahí. A los pocos pasos otra mujer se le acerca y le pide ayuda acerca de los ratones para portátiles. Mi santísimo padre le responde: No tengo ni p... idea. La señora casi ofendidísima le reprende: ¿Como que no lo sabe? Usted debería saberlo. Más grandioso aún.