Antes de irme

Antes de irme quiero contarte una historia. Será solo un momento y te vas reír. Antes de irme nos debemos un conversación y un cafelito. Me tienes taaanto que contar... Antes de irme me paso por tu casa y te doy eso. Es importante. Antes de irme lo recojo y apago todo. Vaya factura la del mes pasado. Antes de irme te llamo y me despido. Antes de irme te doy un beso y te prometo regalos. Tú me dices que no hacen falta. Antes de irme lo repaso todo y no me olvido de nada. Uf, el cargador. Antes de irme me acuerdo de todo lo que me voy a perder. Antes de irme pienso en todo lo que voy a ganar. Antes de irme abro las cortinas y miro por última vez. Sigue ahí mi coche ganando suciedad. Pues le queda otra semana... Antes de irme cierro los ojos y repaso todo lo que me tengo que llevar. Uf, el cargador (de la cámara). Antes de irme peso la maleta y pruebo que puedo con ella. Estoy petao. Antes de irme como bien. Bebo poco. No quiero ir mucho al servicio durante el viaje. Antes de irme busco ropa cómoda. Me queda mal. Me cambio, me cambio. Decido que me pondré y me molestan las etiquetas. Antes de irme le doy a Publicar y mis dedos empiezan a descansar. Click.

Gemelos

Rubios. Con polo celeste dentro de pantalón corto negro. Uno con guantes, los dos con botines blancos. Juegan sobre la piedra rugosa beige del patio de su bloque. Son de buena familia. Los veo cada tarde. Parecen escandinavos. Suelen jugar solos, pero a veces se les une un típico niño español bajito y moreno. Menos audaz, pero peleón. Cuando no viene el moreno, los dos rubios estrellan una y otra vez el balón en cada metro de pared. El patio es grande y sufrido. Es un buen edificio. El mejor de la zona y, probablemente, del barrio. El balón es blanco. O lo era la primera vez que los descubrí. Desde mi ventana de la cuarta planta del edificio de enfrente solo son dos figuras danzantes. Ágiles e intensas. Son niños. Son gemelos. Me inspiran. Tarde tras tarde se colocan en el mismo lugar y hacen de su juego un rito. No sé sus nombres ni sus historias. Solo sé que cada tarde al volver de clase, yo me asomo por encima la valla y los veo. Y cuando llego a casa, los medio vigilo mientras sigo con mi vida. Que a veces es la de contar historias como esta. Aunque esta historia no tiene final, ya que ponga o no por escrito sus patadas al balón, ellos volverán a su lugar mañana. A su patio con su balón. Simple, bello, real.

Soy aburrido

"El que conoce el arte de vivir consigo mismo ignora el aburrimiento." Erasmo de Rotterdam

Serán los años o serán las gafas. Será que la rebeldía me pasó de moda y de largo. Ya no tienen gracia según que cosas. No me atrae gritarte ni serte infiel. Cauto y responsable. Ya era hora. No me incites. No volveré a estrellar naranjas contra el muro. Soy aburrido porque ya no bebo cubatas de un trago. Porque no corro por el sol tras de ti. No me divierten vuestras discotecas de maniquíes. Me aburro esperando en la cola del guardarropa tras seis chaquetas de H&M y una blazer de Mango. Soy muy aburrido si me gastas una broma. Y si me hablas de GH, LQSA o MHYV me aburres tú. No quedes conmigo más. Solo te aburriré y te haré pensar. Esta tarde me aburro y escribo. Ella también se aburrió cuando quedamos para nuestro último café. Pero esa es otra historia y no quiero aburrirte más...

Ellas

"Me gusta contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas." Oscar Wilde

Que tanto me han enseñado y que tantas sonrisas me han arrancado. Que aparecieron cuando apareció este blog y que hoy (afortunadamente) siguen muy presentes. Que me cogieron de la mano un día y me hicieron latir como casi ningún gol lo ha hecho. Que me han abierto los ojos con sus miradas. Que me han amado sin darme besos. Que me han dado besos sin haberme amado. Que han compartido conmigo charlas interminables junto a un teclado. Que son bellas, pero que si algo son, son irrepetibles. Son ellas. Chicas de oro a las que hoy, Día Internacional de la Mujer que ha pasado por mi Vida, les dedico este texto. Sé que con estas palabras no alcanzo a devolver todo lo recibido, pero por lo menos callo mínimamente esa vocecita que me exige estarles eternamente agradecido. También sé que estas no son palabras tan bellas como sus protagonistas, pero son necesarias y sinceras. Con eso, ahora me basta. Con ellas, me basta. Y si alguna se anima a ser la mujer de mi vida, no hace falta que me busque. Ya paso a recogerla.