Antes de que me llamaran. Antes de ponerme en la interminable cola del Carrefour con el Passport. Antes de llegar a casa y hacer lo de siempre. Antes de salir confiado. Antes de llenarme con lo de siempre. Antes de arrancar a la de siempre. Antes de beber lo de siempre. Antes de ver a los de casi nunca para hablar lo de siempre. Antes de ponerme en la interminable cola de la discoteca. Antes de que me viera el RRPP y me colara. Antes de pedir la consumición y consumarla. Antes de mirar a la primera. Antes de echar la mano por la espalda a un amigo y bailar. Antes de mirar los pantaloncitos cortos de la segunda. Antes de mirar las chaquetas estrafalarias de los homosexuales. Antes de oler cachimbas ajenas. Antes de ir al baño entre saludos. Antes de salir del baño y ver por detrás dos circulos perfectos. Antes de buscar sin éxito a los que han venido contigo. Antes de dejar de buscarlos y que te encuentren ellos a ti. Antes de bailar y bailar. Antes de hacer el ganso entre cisnes. Antes de que me claven las gafas en la cara por un mal gesto de alguien. Antes de perder la cuenta de cuantas me han catado. Antes de perder la cuenta de cuantas he catado catándome. Antes de terminar la copa aguada. Antes de soltarla junto a una maceta. Antes de mover los brazos con libertad. Antes de acordarme de ti. Antes de suspirar y resignarme. Antes de saber que los pensamientos ganarían a las acciones. Antes de notar el dolor en los pies dentro de los náuticos desgastados. Antes de recordar gracias a la bebida. Antes de divagar por la pista de baile hasta que decidí irme. Antes de despedirme efusivamente de todos. Antes de preguntarme si estoy apto para volver a casa conduciendo. Antes de comprobar que no me han parado las autoridades. Antes de aparcar y andar hasta la nevera. Antes de beberme esta botella de agua... sabía que sería una gran noche.

Rimas de riesgo

Si se trata de rimar,
pues habrá que empezar.
Espero que se fácil y 
no salga fatal.

Gritan los vecinos
y los espío.
Mientras orino,
el lío de montepío.

Es de noche
y no se ve nada.
Algún fantoche
dice una mamarrachada.

Solo tres versos más.
Uno para colocarme las gafas,
otro para carraspear
y el último para este bodrio cerrar.
Varlao Hoaco

Escaparate

Quizás sea buen momento para escribir. Parece que no me di cuenta del momento en que esto pasó de moda y las visitas de mi cuenta de twitter multiplican a las de este lugar. Un lugar que tuvo su gloria. Como todo. Ahora nos queda la melancolía y la nostalgia. Grandes palabras para grandes días. Adecuados términos para la nación en que me tocó nacer y de la que ni reniego ni presumo, algo complicado en estos días de azotes desde los bandos obligados a no entenderse nunca. Este texto se puede convertir en un alegato ideológico, pero intentaré reconducirlo al camino de la cómoda utopía donde controle verbos y adjetivos sin mucha dificultad. A algunos la responsabilidad les pesa. Yo, aunque sepa que estas palabras tiene el saco más roto como destino, no pienso en como hacerme famoso: una práctica muy practicada. Ya sé que escribir sin títulos queda muy bien y denota veracidad a este manipulado inconscientemente texto, pero más respetable me parece colocar la palabra Escaparate, título de la revista que me sirve como alfombrilla de ratón y que enseña con el traje típico sevillano a una modelo cumplidora de los cánones de belleza. Una chica guapa que parece parecer feliz. ¿Lo será? Hubo una película que hablaba sobre eso. Se llamaba La sonrisa de Mona Lisa. Esa frase agitó tanto mi opinión, que aquí queda. Queden ustedes con Dios... o con alguien de su calaña, si lo prefieren.

Re-des-cubrir

Con la edad uno empieza a redescubrir más a menudo que a descubrir. Abrir de nuevo ese libro monótono que te aburrió hace un lustro y que ahora parece recobrar intensidad y viveza en tus manos de veinteañero resabiado. Este fenómeno no solo ocurre con la lectura, terreno donde se produce frecuentemente, sino que también es propio del gozoso ámbito musical. Ejemplifico.

Marea. Grupo rockero español que no me dijo nada allá cuando hace varios años me lo puso un compañero de conciertos en un coche. No me agradaron. Ahora estoy enganchado. No sé si será el efecto RockFM de la publicidad repetitiva de Bienvenidos al secadero, pero estoy a full con estos rockeros hispanoparlantes bienavenidos.

Otro caso, Tony Bennett. No tenía yo el paladar entrenado cuando en Como Dios, lo vi aparecer en pantalla. Me aburrió. Ahora disfruto de su voz madura y cortada. Y más si se junta con otras estrellas de la canción en Duets II  y mi iPlus me lo graba automáticamente. Una delicia con Bublé.

Por ellos dos va. Gracias a todos por la atención.