Los polvorones siguen cogiendo polvo

¿Y qué me dices del sol que saldrá mañana? Nuevo e impetuoso entrando por las rendijas y alumbrando la oscuridad de las mentes. Las mentes criminales por necesidad. Las alambradas de materia gris que miran hacia otro lado y tienen el cuello fatal de hacerlo una y otra vez. La contractura mental, que la llamo hoy. Aquí tengo en mis manos la deuda interna cruzada elástica que me atosiga y que respira mi aire mientras me ahogo entre papeles y edredones remetidos. Y ya nada. Unamuno vuelve como retornan las primicias. Sigo clavado entre mármol y tapices. El neobarroquismo del marco de la ventana por evitar cánceres. Todo tiene sentido un instante y, de pronto, vuelve a la normalidad del desorden caótico que nos hace felices. Aquí está todo lo que somos y fuimos. Habla el canal Viajar por mi mientras la noche calla por mi. Las portadas no dejan entrar a nadie, y menos si vienes a la villa de Sevilla a pasar por ella. Hoy vinieron y nos dejaron a la mitad. Los polvorones siguen cogiendo polvo.

Tonterías Algo Graciosas (TAG)

Yo pensaba hoy escribir en plan serio y profundo como hago habitualmente, pero las nominaciones (y más en época de GH) son sagradas y por ello me obligo a cumplir cometido que la dependienta de la droguería cerrada me encarga. Así que a ello voy.


Se trata de contar cinco cosas que te avergüencen de tu habitación y nominar después a cinco personas más. Empiezo:

1. La mesa. La típica mesa de cuarto de adolescente español que se convierte en un vertedero hogareño donde se entrelazan periódicos, boletines de la hermandad, yogures vacíos y un sinfín de artilugios de dudosa utilidad.

2. El cajón de los calcetines. Si, ese primer cajón de cómoda donde debería ir mi ropa interior. Pero que solo alberga guantes para esquiar, bufandas de cuando era chico, tirantes y prendas realmente desquiciantes.

3. La lámpara del techo. Comprada en IKEA y sustentada por tres bombillas led. No cumple casi su función de alumbrar el habitáculo y desde un punto de vista estético es deplorable su diseño.

4. La sección camisas y chaquetones de mi armario. Se podría definir como un envase al vacío de camisas y chaquetones de varias décadas y generaciones. Tengo varias camisas turbo. Es decir, que las turbo mi padre, las turbo mi hermano y ahora las tengo yo. Hablamos de un espacio pensado para 8 camisas y dos chaquetas donde viven 23 camisas aproxidamamente, cinco chaquetones, un chubasquero, cinturones y prefiero parar de enumerar. Un desastre.

5. Mis bufandas. Tengo una colección de más de 200 bufandas de equipos de fútbol y no consigo ponerlas en mi cuarto por problemas burocráticos con la autoridad competente. Por ello me da vergüenza albergar esta colección en dos tristes y enormes cajas de cartón escondidas de la luz pública.

Y los nominados son...

(redoble de tambores)


La hora de ganar o perder

El momento decisivo que decía el gran Cartier Bresson. Ese instante de demostración, de presión, de ese todo o nada tan injusto y maravilloso. Que enaltecerá a inmerecidos y empequeñecerá a otros que debieron ser grandes. Esos momentos marcan un sinfín de momentos futuros que quizás no siempre tenemos en cuenta en la planificación del momento decisivo o crucial. Por eso pienso en proyectos nuevos. En coger otro camino que, de momento, solo va por mi mente. Poner las cosas en orden y en pie. Es hora de mostrar. De ganar tiempo en ello y perderlo en lo que debo o de ganar tiempo en lo que debo y perderlo en ello. Nunca se sabe que es preferible para mi mente. 

¿Qué hacer?

Libros. Blogs. Información. Publicación de contenidos exclusivos y elitistas. Intelectualidad. Futuro/s. Ya llega. Ganas. Motivación. Desgana. Desilusión. Dilemas. Tú. Blanco. Mantita. Realmente no me lo creo. Todo es voluble. Sueño. Ferrero Rocher. Yo ayer.

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Marabunta navideña pasada y fugaz viaje a Madrid en breve. En ello ando. Y aún desenvolviendo cosas, regalos y algún que otro beso. Una buena Navidad para cambiar a bisiesto y dejar todo como está. Para perder tiempo en colas. La vuelta a todo tras la ida a ningún a sitio. Otro año y otra temporada, lo repito. Las despedidas a hermanos que cruzan el mundo y el recibimiento de los malos augurios. La crisis ha vuelto tras otra Navidad de dispendio. Euros por los suelo en forma de caramelos, sugus y bombones. Dinero ingente gastado en papel de regalo, una industria que hace su agosto en enero. No aprendemos, pero lo peor es que tampoco desaprendemos lo debido. Los mismos fallos se reproducen, aunque ya en HD y esas cosas. Pero les digo una cosa: yo no puedo estar más contento con mi esquijama de Supermán.