Nota de disculpa

Queridos lectores,

Pido perdón por no arrimarme a vuestro pesimismo. Lo siento, pero no. Me niego a unirme a vosotros y a acordarme de las crisis, ya sean morales o monetarias. No me interesan vuestros lamentos desde las poltronas. Solo sé ver las cosas a través del rosa pintalabios de mi novia. Así. Fácil. No busques más que no hay. Por eso pido disculpas. Por mi simpleza. No voy más allá porque más allá solo hay existen inutilidades que me apartan del inexorable camino de conformismo barato que vivo plácidamente entre la autocomplacencia y tus caderas. Si tú no te das cuenta de lo que vale, el mundo es una tontería. Siento no contagiarme de tu visión apesadumbrada que solo cuenta muertes mientras descuenta vidas. Yo solo soy un loco. Un loco que tiene por patria una colina donde a veces el limonero, el río, las flores y la tierra piensan en voz alta conmigo y me consuelan de preguntas con muy difícil respuesta. Eso dijo alguien hace más de 30 años por las mágicas ondas. Yo lo escribo ahora y pido perdón por mirar hacia otro lado. Hacia mi lado. Mi falta de empatía por tus problemas ralla la grosería. Siento que sea tan poco interesante tu mundo de tropelías. Lo siento de veras.