Conserjes y monsergas

Antes de irme a Suecia quería denunciar la labor de algunos conserjes y encargados de instalaciones, los cuales son enemigos naturales míos por sus extrañas órdenes y mi insistencia en la mayoría de casos. Se nota conforme el hombre, que suele vestir de oscuro, se va acercando si ha tenido una infancia feliz o no. Un conserje con una infancia feliz no tiene el valor de echar a la gente de un campo inutilizado en ese momento por poca luz que haya o mucha agua que haya caído. A los conserjes que no dudan en imponerse los imagino sin balón y mirando envidioso como los demás juegan. Quizás ya ahí su destino de conserje cascarrabias empezaba a fraguarse. Y pensarán, ¿Por qué salta hoy con esto? Pues porque ya basta. Los últimos acontecimientos en el SADUS de Los Bermejales y en el Pabellón de Arquitectura me obligan a denunciar a sendos encargados por su cruel aplicación de las directrices que ellos dicen recibir. Pero no solo es cosa del personal de mi querida US, sino que tanto los guardas de la Ciudad Deportiva del Sevilla como la encargada del Pabellón El Paraguas también se sumaron a esta medida de ahogar a un usuario de las instalaciones que paga y que solo tiene la intención de disfrutar.
Parece que la psicosis a la denuncia por parte del cliente hacia la entidad prevalece al cumplimiento de la función de esos espacios, disfrutar con el deporte. Sencillamente lamentable. Espero que las futuras generaciones de guardasjurados, conserjes y demás personal armado con manojo de llaves y chubasquero gordo tengan más sentimientos que los actuales, los cuales dejan en tal mal lugar a tan digna y preciada profesión. Ea, pues dicho queda. A Suecia que me marcho a ver si allí hay buenos conserjes o el problema tiene una magnitud internacional.