¡Abre tú! Es el de la pizzas

El único ruido excluyendo la lluvia, es el de una moto. Un repartidor de pizzas que va y viene. Un heroe anónimo. Que lleva alimento a los más vagos y desfavorecidos en la desapacible noche de hoy. Me identifico con este gremio y los encumbro. Interesante figura la del repartidor de pizzas. Tiene el privilegio de poder ignorar los semáforos y demás señales viales. ¿O acaso vieron alguna vez a un repartidor de pizzas parado por la Policía? Comprensible. La pasma también pide pizzas cuando libra y comprende la labor pizzeril. Los repartidores cumplen una labor social fundamental. Dan, aunque reciben. El amor al arte no entiende de vespinos y cajas de cartón calientes. Son personas solitarias. Sin casi compañeros a los que echarle la culpa. Con un conocimiento urbano brillante y una destreza sobre la moto admirable. Chaquetones impermeables y riñoneras ruidosas. Quizás a los únicos a los que me entran ganas de dar propina. Quizás sean unos cabrones. O quizás no. Poco importa si llevan la comida veloz y caliente ¡Va por ustedes, señores trasnportistas de pizzas!