Por ello, lo apostaré todo a la hora de la verdad. Esa milésima de segundo donde tienes que decidir y jugártela sin vuelta atrás. Echar el resto y esperar consecuencias. Justo en ese momento es donde uno se demuestra a sí mismo su verdad. Si es capaz o no de según que cosas. Lo demás es solo palabrería barata. Y te recuerdo que las palabritas se las lleva el viento como dijo Nuria Fergó. ¿Que ocurrirá? No lo sé. Últimamente sé poco. Los impulsos mandan y me guían por la senda de la vida con resultados aceptables. Quizás sea mejor esperar. Esperarla.
Volverme a sentar en la silla del tiempo y observar. Seguir ensimismado en uno mismo y olvidarse del ruido. Mañana será otro día. Puede ser un gran día. Aprovecharlo o que pase de largo depende en parte de mí.
La foto es del romano del misterio de la Amargura. Pura metáfora del texto que la acompaña...