
De pronto dijo, necesito dos chicos para la próxima canción. Yo corrí. Sprinté. Lo juro. No llegué. Se me adelantaron dos canis-fashion. La rabia y la impotencia se apoderaron de mi camisa de más de 100 euros en un instante. Me quedé con la miel en los labios. A pocos metros de ella o de él. Afortunadamente, tenía alcohol para olvidar esa dura derrota.
Bueno, que aquí estoy de nuevo. Un poco más de alcohol para el cuerpo y visitando playas. La próxima parada será Rota. Quizás sea esta una gran semana. O quizás no. Los dilemas no se diluyen aunque los ignores. Seguimos para bingo...