
Hoy, mientras cenaba en un cutre y delicioso bar de Castilleja de la Cuesta, escuchaba a mi progenitor y su primogénito hablar sobre el mercado laboral, la crisis y demás. Entre bocado y bocado de flamequín (por cierto riquísimo) no podía dejar de sorprenderme ante la cantidad de ejemplos que ponían sobre enchufes e injusticias cometidas en el mundo laboral. Mi viejo y trabajador padre contaba como los mandamases de su empresa le ordenaban contratar a tal o cual persona. Esto no es nuevo. Pero lo que si que no había escuchado nunca es la cancelación de un proyecto que reportaría a nuestra comunidad autónoma múltiples beneficios y puestos de trabajo solo porque "eso no porque no podemos enchufar a nadie". En ese momento, suelto el tenedor y el trozo de pan y miro a mi padre con cara de incredulidad. No me lo creo, exhalé. La respuesta contundente de mi padre no me dejo dudas. Mi intención con esto no es la de criticar al gobierno andaluz, el cual se basta dejarse en ridículo ante los andaluces, sino una crítica social sobre la utilidad de estudiar y estudiar para labrarse un futuro. Quizás sea mejor buscar contactos y contactos en vez emplear incontables horas de estudio en completar un excelente expediente académico. ¿No crees?. Sería demasiada impotencia el ver que no entras en una empresa porque han enchufado a alguien que es menos capaz que tu para ese puesto, aun a sabiendas de todas las partes de la "operación". Y esto nos puede pasar a cualquiera. ¿Injusto?. Yo no lo se, pero mantengo mi mensaje: El mundo se lo reparten entre tres o cuatro mal contados. Solo nos queda luchar y seguir pagando hipotecas, aunque sea para financiar la Play Station 3.