Se me olvidó que te olvidé

Yo te recuerdo, cariño. Mucho fuiste para mí. Siempre te di mis palabras. Siempre te traje mi vida.  Hoy este blog se me olvida. Se me olvidó que te olvidé. Se me olvidó que te dejé. Lejos, muy lejos de mi teclas.  Se me olvidó que ya no estás. Que ya ni me recordarás. Y me volvió a sangrar la herida. Se me olvidó que te olvidé. Como nunca te encontré entre las webs escondidas Y la verdad no sé porqué se me olvidó que te olvidé. A mí, que nada se me olvida.

Esta canción que El Cigala canta aquí de maravilla viene de vez en cuando a mi vida. Suele coincidir con mi paso por este blog maltrecho y ajado. El tiempo libre, que era sinónimo de libertad, se convirtió en un sacerdocio llamado periodismo. En los planes no estaba abandonar este blog. Tampoco un cariño desmesurado, aunque si buceas en Entradas antiguas te encontrarás una parte de mi vida fundamental para entender estas cosas que escribo en este otro sitio.

Las pensadas metáforas han dejado su sitio a banas (nunca vanas) palabras que no dicen nada. Eso sí: sigo escribiendo de noche. Muy de noche. Mientras la NBA se juega y el camión de la basura encesta contenedores. El airecito le puede el sueño esta madrugá. Esta sí.