El Este

Esto no iba para ti, pero ya que nos hemos encontrado, te lo cuento. He conocido a alguien. Bueno, yo ya sabía que existía. De Facebook y eso, que soy muy curioso y tengo mucho tiempo libre. Como tú, que estás aquí a ver que me cuento. A ver si es rubia o morena, alta o baja. De Sevilla o del Este. Es muchas cosas. La más importante es que sonríe muy bien. Y me hace sonreír. Aunque no diga nada o me pregunte que miro. Pues a ella. ¿Existe algo más cuando la tengo delante? Pues eso. La he conocido. O en ello estoy, que nunca se puede dar por conocido a alguien. Ni a uno mismo, no lo olvides.

Pensarte

Yo no necesito escribir. Necesito escribirte. No quiero contar, quiero contarte. Muchas cosas. Porque no me apetece vivir, sino vivirte. Tocarte. Con arte. Pasear no, sí pasearte. Recogerte y cogerte la mano. No es diversión si no es divertirte. Reírte. Por ti convierto besar en besarte y mar en un martes. Haces magia. Sólo quiero despertar para despertarte. Despeinarte, follarte. Nunca obligarte. Dejar de quedar y que empieces a quedarte. Aquí conmigo. Donde soñar es casi siempre soñarte. Buenas noches.

El nazareno inoportuno

Martes Santo en Sevilla. Él ya con la túnica puesta, ella planchando el antifaz y el niño con su abuela merendando. Todo listo aunque el cielo nublado. "Gordo, no vais a salir", dice ella mientras aprieta el esparto. "Con este hermano mayor cualquier cosa puede pasar", responde preocupado. Le da un beso, se pone el capirote y se va. Y ella, con menos vergüenza que un perro en una matanza, coge el móvil y ocurre lo que estás pensando. Llama al amigo de él y cuando están entrando en Campana, aparece el marido. Ella tuvo razón: la hermandad no salió.