El barrio de los besos

Persiguiendo a Ariel Rot nos metimos en una calle llena de hombres de la mano. Abrazados. Queriéndose. Bullicio y arco iris. Sí, Chueca. Territorio gay, ya que preguntas. Resulta que Rot nos dio esquinazo y nos dio igual. Embobado miraba los besos. Los fulares de dos cuarentones muy cariñosos y los vaqueros de bolsillos ajenos de dos de nuestra edad. Algo mayores que los adolescentes que se daban piquitos en la puerta del kebab. Ese lugar no era habitual. El mundo desgraciadamente no es así. Y no es que aquello fuera perfecto o yo haya abandonado mis problemas con las mujeres. Es que hasta las flores secas del mercado se querían. Se restregaban junto a la calle Libertad. Y eran felices.