El chaval de verde

Su equipo perdía y me hacía cortes de manga. Llevaba un chaquetón verde y un peinado a lo Dani Martín. Un piercing en la ceja y una bufanda preciosa del Granada. Yo no podía parar de mirarlo. Me regocijaba en cada insulto que me decía y en cada ocasión que fallaba su equipo. Entonces llegó ese momento. Instante mágico para mi.

El Granada mete un gol. Él se gira hacia mi. El linier anula el gol. Yo lo sé y él no. Me grita y se agarra los países bajos ofreciéndomelos. Se (cree que se) ríe de mi. Yo soy feliz. Veo la ingenuidad en su mirada y me apiado de su rostro decepcionado cuando se percata de la decisión arbitral. Otros sevillistas le gritan "tooonto, tooonto" y se burlan mientras retira la mirada y agacha la cabeza entre sus pantalones cagaos. Maravilloso. Ese instante lo justifica todo: madrugar, las horas en el bus, el dinero gastado, etc.

El partido siguió y hasta que su equipo no metió, no volvió a buscarme con la mirada. Si, me insultó; pero ya estaba más calmado. Y tranquilo del todo se quedó cuando metió mi Sevilla y volví a mofarme del chaval de verde. Entre cánticos y palabras malsonantes nos despedimos. El fútbol es así...de bello.