Un experimento con el tiempo


Ahí lo tenéis  El exhaustivo control bascular que he seguido. Dos papelitos de báscula de farmacia, a la cual le hago publicidad de balde. Entre estos dos documentos históricos existe muy poco más de un mes de diferencia. Para ser más exacto, desde el día que me entró la picá hasta el agradable día de hoy en que me siento aquí a contarlo y a preguntarme si seguir o seguir hasta el Mascarpone más cercano. Si, llevo un mes sin probar el chocolate.

Ni los dulces. Y comiendo sin pan. Y reduciendo un 70/80% el consumo de Coca-Cola en comidas y cenas. Y sustituyendo el Nesquik mañanero por un saludable vaso de zumo de naranja. Y quitándome casi por completo de las patatas fritas y derivados. Y tomando ingentes cantidades de gazpacho y lechuga. Y atreviéndome a pedir sándwiches vegetales mientras mis compañeros de mesa degustan hamburguesas y pizzas tentadoras. Y un sinfín de prácticas incomprensibles en mi que se unen con el comienzo de mi relación (casi) sentimental con la bicicleta estática que le han regalado a mi padre por su cumpleaños. Si, me he pegado gran parte de este anodino mes montando diariamente en una bicicleta y sudando como un descosido. ¿Para qué todo esto? Ojalá algún día lo descubra. Ajolá...

Bueno, y ahora analicemos fríamente los datos que nos arrojan estas dos mediciones. Empecemos por lo menos importante: la altura. Curiosamente la altura no entraba dentro de este experimento. Aún así, he crecido un centímetro o los zapatos que hoy me he puesto tienen más suela que los del día 31. Esto no tiene importancia, así que pasemos.

El peso. 103,5 kilogramos era hace un mes y 100,8 es hoy. O eso se empeña en revelar la maquinita con voz de Constantino Romero. Teóricamente, he perdido 2,7 kilogramos y me acerco lentamente al Índice de Masa Corporal que recomiendan en er papé. Según mi madre, estoy mucho más delgado y mucho más guapo. Según unos y unas, se me nota muchísimo y tengo que dejar de adelgazar porque voy camino de la enclenqueidad. Según otros y otras, no se me nota y es absurdo intentar cambiarme. Y según mi punto de vista, me veo igual aunque los pantalones me cierran un poquito mejor.

CONCLUSIONES:

Me ha costado menos de lo que esperaba estar un mes sin algunos de mis amigos americanos (Nesquik, KitKat, McFlurry, etc), pero a la hora de la cena es complicado y trabajoso no caer en la tentación de sacar una pizza y meterla en el horno 10 minutos. Realmente, no sé que haré. Tengo mucha ropa de mi hermano que si adelgazara me quedaría bien. También tengo mucha ropa mía que si adelgazara me quedaría grande. No lo sé. Aquí no vine a contar mi futuro. Hoy solo dejo el testimonio de un mes extraño que no sé si ha servido de algo. Por lo menos, mi madre está contenta...