El juego de tu vida


Mi vida o la vida es como el Monopoly. Eliges o te dan una ficha y algo de dinero. Sales y entras en un barrio malo, del que con una tarjeta (roja o azul) y algo de suerte llegas a una estación. Compras un billete para un barrio mejor y te instalas. Conoces a tus vecinos y con mala suerte acabas multado o en la cárcel. Visitas otros barrios y monumentos pero no te quedas. A veces no te da ni para el agua o la luz. Y cuando te descuidas, estás en el punto de partida de nuevo. Con la ventaja de que ya conoces el juego, pero con la desventaja de tener propiedades y cosas que defender y cuidar. Tu vida cambia. Crees que la dominas pero te mueves gracias a un dado malvado que siempre te hace tropezar en la misma piedra o casilla. Un querer y no poder. Y cuando por fin puedes, ya no quieres o no tienes dinero suficiente. Y das vueltas y vueltas. Y conoces los duros bancos de las estaciones. Y la banca o los bancos se quedan con una parte de tu dinero. Harto, decides parar, levantarte, ir al servicio y volver al tablero. Pero a veces no puedes y vas perdiéndolo todo hasta que mueres arruinado tras hipotecarlo todo sin éxito.

Alambique

Alambique: loc. adv. Con escasez o muy poco a poco.

Le he cogido gusto a eso de escribir con alcohol y nocturnidad en el cuerpo. Si dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, la mezcla de zagal y ebrio que ahora presento aquí no os puede mentir. Y como no os puede mentir, aprovecho este natural reguero de palabras para recordar que me alegro de tus victorias, aunque ya no forme del equipo. A veces uno pasa del egoísmo más humano y se pasa al bando de los resignados sonrientes. En ese punto justo ve la luz nítida y comprende muchas cosas de golpe. No pertenecerse es un avance tan grande como encontrar el yo. ¿Qué pensaré de todo esto cuando vuelva?