Con la mirada perdida

Con la mirada perdida lo perdía todo. El devenir, las prisas adorables, los autobuses impuntuales. En cambio la mirada fija es un paso a paso absorto de la realidad global de la que estar concienciado. A través del cristal poco se ve si uno no para de fijar la vista en las finas patillas que encuadran subjetivamente la vida por contemplar. Esta entrada está dedicada al teatro, a los comediantes, al maquillaje de pre-estreno, a los mundos desconocidos de entre bastidores y a Moliere. Al rey de los actores que ahora hace de muerto en su tumba y que lo hace la mar de bien. Me acordé entre los acordes de Jack White y me recordó que todavía me falta dominar un instrumento. Arrancarle música a un aparatejo y alejarme de los auriculares. ¿Qué será?