Tus manos y yo


- Tu vida parece en orden -me dijo.
- ¿De verdad?
- Me refiero a que no te luces o tratas de impresionar como otros hombres.
- Me gusta tu culo y también tu cabello -dije-, y tus labios y tus ojos y tu vino y tu casa y tus porros. Pero no estoy en orden.