
Yo solo sé mirarte, decir algo y rezar porque sonrías. Aguantar esa décima mientras mi voz viaja a tu oído y ver como gano. Eso sí se hacerlo. Y me encanta. Amo esa sensación. No cambiaría la capacidad redactora de los grandes literatos por mi capacidad para hacerte sonreír. Para arrancarte una sonrisa. Verte reír es mucho más satisfactorio que verme reflejado en un magnífico texto mío. No sé que se siente cuando uno lee algo suyo y se enorgullece por completo. Supongo que será grandísimo o quizás esa sensación no exista por culpa de la autoexigencia del artista literario. Pero si sé que es hacer reír y darme la enhorabuena por poder o saber hacerlo. Hacértelo. Por eso creo que lo mío también es arte. Otras artes. Artimañas para desarmarte y poder ver de nuevo tus dientes en armonía con tus labios abriéndose. Mostrando el esplendor tu cara. No existe nada más bello que alguien riéndose. Que tú riéndome. Y con saber esto, hoy me basta. Mañana ya veremos, miarma.