Morir sonriendo

Debe ser la polla el morir sonriendo. Una carcajada antes del silencio. Además reirás mejor porque será la última risa que escuches. Yo lo voy a intentar. Me incita el hecho de comprobarlo, pero existe un problema. Si me gustara, no podría repetir. La primera vez que pensé en esta super-frikada fue viendo la maestra obra de Kubrick denominada como La Chaqueta Metálica. Opino que en plena guerra es el mejor lugar para morir sonriendo. Junto a los que visten como tu o junto a los que vestirán tarde o temprano como tu. Para ayudar a esta vaga e improvisada reflexión utilizo a un habitual de este antro-blog que decoro con palabras sordas para oídos necios. Ese es Jesús Quintero. Quizás sea el onubense más brillante tras Sergio Contreras. Pues ahí se lo dejo. Con su micrófono bañado en eding dorado y su pañuelo colgante...