Juegos y Gusanitos

Con este post cierro un curioso fin de semana. Han sido unos breves días llenos de detalles interesantes. Muchas cosas pasadas han vuelto a mi vida momentáneamente. Por ejemplo, los gusanitos. Hacía años que no me tomaba un buen paquete de gusanitos. Fue mientras degustaba un grandioso partido regional en Camas. Volví por un rato a una adolescencia no tan lejana de bancos de hierro y charlas de media tarde. También insulté desaforadamente al arbitro, lo cual práctico con mucha asiduidad e intensidad. Esto fue el viernes por la noche. Noche que acabaría en tarimas de discoteca formando el taco en una recién inaugurada discoteca, a la cual me temo que no podré volver a entrar tras mi brusca salida del recinto. Pero eso es otro cantar...
El sábado me levanté todavía con restos de gusanitos en lo dientes del fondo. Cual Toblerone se agarraba a mis muelas más atrasadas. Luego por la noche vino otro momento estelar y casi nostálgico. No se como a alguien se le ocurrió la formidable idea de jugar a Beso, Atrevimiento o Verdad. Juego deplorable de donde se sacan muchas conclusiones, puesto que la gente pierde los estribos y se entrega al desarrollo del experimento sociológico con unas copas de más. A esto también hacía demasiado tiempo que no jugaba. Quizás porque uno se cree lo suficientemente maduro como para intentar tomarse un Baileys con sirope de chocolate o para besar en el dedo gordo del pie a tu amigo de la infancia. Uno nunca sabe hasta donde es capaz de llegar. Y menos con la presión del público haciendo ruido de gallinas.
Ya el domingo la cosa había ido demasiado lejos y me he conformado solo con insultar a otro árbitro. Pero esta vez ha sido en el camino que va hacia Utrera y con bastantes adeptos a mis críticas destructivas. Con esto acabo, puesto que mañana es el desfile del ejército y me siempre me gusta verlo aunque sea pacifista. Además sale la cabra de la Legión...