Un trasquilón rockero

Voy a intentar no hablarles del lamentable proceso de Automatrícula de la Universidad de Sevilla. No les aseguro conseguirlo, ya que la rabia me corroe por el interior de mi camiseta roja de Duff. Lo que hoy les vengo a relatar es como me cortaron ayer el cabello.
13:25 horas. Despues de pasar una magnífica mañana en la facultad estudiando Estructuras y Procesos Sociales, me dirigí hacia el santuario de mi ídolo, el cual tiene forma de peluquería antigua de barrio. De cuchillas y pulcros manteles. Pedí cita desde la puerta mientras me deleitaba con la quinta canción de Fantasía Occidental. Me dieron última hora dada la demanda y la cantidad de tiempo que iba a echar allí sentado. Les recuerdo que la gente me confundía con el del 1888 por las calles y que mi padre me ha invitado amablemente a cortarme el pelo si no quiero finalizar mi estancia en su casa en la actualidad.
19:25 horas. El sol me dispara rayos ardientes mientras camino por la acera bajo el goteo incesante de aires acondicionados y pienso en como pelarme. Llego al establecimiento antes nombrado y que responde al nombre de Silver Barber y llamo a la puerta. Don Curro, mejor amigo de Silvio y batería ocasional del rockero nacido en La Roda, me hace pasar con una amplia sonrisa. Una vez dentro, observo mínimamente el documental sobre japoneses que estaban poniendo en el canal Historia, el cual se intercala con hilo musical silviano durante la jornada laboral. Me siento en la silla, observo como se dirige hacia el aparato musical y me pregunta: ¿Qué quieres que te ponga?. A lo que yo respondo: Sorpréndeme. Entonces comienza a sonar Domingo cosa fina, canción que él sabe que a mí me vuelve loco. Mientras me descabella veo por tropecienta vez todos los recuerdos que tiene de Silvio. Todos los recortes de prensa sobre él, cientos de fotos, retratos y la joya de la corona: La cazadora de cuero de él. Con la que Silvio hacía disfrutar con su cante. Un museo de Silvio Fernández Melgarejo en la calle Virgen del Valle. Y en medio de tal lugar discurre una cabellería. Nunca puedo evitar el salir de allí con los pelos de punta y emocionado. Allí se respira otro aire. La brisa del rock te entra por los cuatro costados. Desde el reloj de los Fats Domino hasta una colección de mini-harleys pasando por las corbatas de Silvio o por la foto del propio Curro con Miguel Ángel Iglesias.
20:25 horas. Una hora despues hago el camino de vuelta silbando La Pura Concepción con mi corte al cepillo y alucinado como siempre que traspaso esa puerta que separa el mundo exterior del templo rockero sevillano.