Vengo borracho

Así es. Probablemente sea la primera vez que escribo borracho en este infumable blog. Por ello será una ocasión especial. Dejaré que mis dedos aporreen las teclas a su antojo y a ver que sale de casi media botella de Loch Castle comprado en el Carrefour a media tarde.
Ayer llegué de Fuengirola. Moros y guiris. No hay nada más reseñable. Quizás algún pijo cordobés o algún cani malagueño. Pero poco más. Por ello, todo el pub inglés se sorprendió cuando agarre fuerte el micrófono y grite: ¡Viva Triana! a todo lo que mi voz daba. Alucinante. Las caras sorprendidas de las féminas europeas hablaban por sí solas. Me sentí orgulloso durante un buen rato. No se porqué. Nadie entendió mi grito, pero me sentí liberado. Debo reconocer que algún sucursaliano me miró mal. Pero es un precio que mi cuidad merece que se pague cual peaje caditano. En general me lo he pasado bien, pero uno nunca está cómodo del todo cuando sabe que allí es persona non grata. Y eso lo llevo comprobando a base de mecheros y botellas desde principios de siglo. Asi que...
Pues lo que os decía antes: me he bebido aproximadamente media botella del whisqui más barato que el Carrefour se digna a vender. Ha sido en el Lipassam. Junto a los de siempre. Nunca nos importó ni la ley anti-botellón ni que la comisaría estuviera a pocos metros. Reggaeton y copasso, como diría cierta muchacha de mi calle.
Terminaré repitiendo que esto se acaba y que es una verdadera pena. Por cierto, ¿Porqué siempre compramos dos litros de Coca-Cola cuando en los cubatas nos echamos mitad y mita?. Contéstame mañana mejor. Gracias a todos. Os quiero 1000 (modo etílico ON).