Es un lugar con poco atractivo, puesto que carece de monumentos destacables y lugares de marcha, los cuales son aún menos destacables. Quizás alguna terraza se pueda escapar de mis afiladas teclas portátiles. Pero exceptuando ese lugar, el (ahora cerrado) cine de verano y el mítico polideportivo típico de pueblo aljarafeño poco podemos resaltar de tan ilustre villa situada a 6 kilómetros de la capital. Además este pueblo tiene a gala el haber permanecido intacto con el paso de los años. Les prometo que sigue igual que hace 10 años. Probablemente algún cambio de mercería de una calle a otra, pero poco más. Créanme, se de lo que hablo. Y este hecho es digno de mencionar, ya que seguimos manteniendo la esencia que nos ha caracterizado. Un lugar aburrido, apacible y donde rara vez pasa algo destacable. No suele haber malos tratos, no suele tener deportistas destacables y la salida de la hermandad del Rocío cada vez crea menos expectación entre los habitantes del municipio. De esto quizás sea responsable nuestro alcalde: Manolo Camino, el cual a pesar de ser gran amigo de Monte-serrín, alberga grandes dotes administrativas. Entiéndanme...
Este va a ser mi homenaje al pueblo que me ha visto crecer de verano en verano y del que me marcho en pocas horas definitivamente por este año.
Hasta aquí llegó todo por hoy, porque tras el atraco a punta de silbato que se ha perpetrado hoy en Mestalla contra mi equipazo, me hace querer acostarme cuanto antes.