San Lázaro

Está amaneciendo y no te enteras que te quiero. Te empeñas en seguir mordiéndome. A tu bola y con mis gafas puestas. Probando que se siente siendo yo. Y preguntándome como te quedan. "Bien, a ti todo te queda bien, querida". Y vas y te lo crees. Y sonríes y sonrío. Ya me has liado otra vez entre las sábanas mientras llega el sábado. Mientras respiro con tu cabeza en mi pecho y tu mano jugando con el elástico del calzoncillo. Bordeando el peligro de nuevo, preguntándome cosas sin hablar, jugando con nuestro pelo antes de correr a la ducha. Antes de girarte y ordenarme como a Lázaro: 'levántate y anda', que es tarde y hemos quedado.