Something to declare

Bueno, la fila de pasajeros ya se torna interminable en la más lejana puerta de embarque. El cacharro de ryanair selecciona que maletas cumplen los requisitos y cuales no. Con un rotulador marcan que el del papel/billete, el del DNI y tú coincidís. Avanza la fila y ya embarcan los prioritarios que adelantaré ya en la pista de aterrizaje para coger asientos junto a las exits emergency. Por aquello del espacio y el confort durante el vuelo. El trajín de carros de comida y snacks, la venta de caros cigarrillos de mentira, la lotería propia que ayuda a los pobres de dinero y el reparto de revistas mensuales. Amarillo y azul. Incómodos los asientos y música clásica antes de despegar. Trompeta al aterrizar. Aplausos. En medio, el pequeño cuarto de baño junto a las horquillas sobrantes del moño de la azafata checa que sonríe mientras pulsa el botón que inicia la monótona grabación de las manidas instrucciones de seguridad. Delante, un niño chico llorando y una vieja que lo consuela con el babero del Decathlon y el chupete de supermercado. Un intelectual tieso lee un libro en otro idioma y viaja solo. Una pareja de excursionistas holandeses observa el paisaje español cuando sobrevuela y habla alto en los aviones. El viaje prosigue. Uno ya no sabe que leer cuando la batería del iPod hace rato que murió. Tampoco quiere encender el móvil y jugar al solitario por miedo a que se agote la batería del móvil y ni puedas llamar a la familia al bajarte en la fría pista de destino. Ya con ganas de coger el probablemente costoso bus que une el aeropuerto con la ciudad, miras por la ventana el contraluz que produce el sol, las nubes que quedan por debajo del aeroplano y un avión que cruza en dirección opuesta. Te levantas porque has cogido frío junto a la salida de emergencia y coges el forro polar que tu madre te recomendó que llevaras y que te retrasó el paso por el detector de metales por el pirindolito metálico de la cremallera. Te lo pones y andas por el pasillo en busca de nuevas emociones. Solo ves iPads, periódicos olvidados, gente durmiendo en posturas imposibles, alguna que te mira y también piensa quién nos mandó volar con una low-cost y un sinfín de personas que dudan si cerraron bien la puerta de casa al salir. Esto es lo que voy a hacer mañana por unos que visten de blanco. Ya si eso...