Cruzar el parque

Andar bajo los árboles y sobre las hojas en esta época. Ayudar a las japonesas y a los gitanos con guitarra. Ver a Aníbal González admirar su obra. Nuestra plaza. La que siempre sale guapa en las fotos aunque la tengan dejada de la mano de Dios la sevillanía. Cruzar el parque es pensar, guardar el móvil y respirar. Observar el verde y los colores. Volver con barro en los zapatos y una sonrisa en el cuerpo. 

Vengo de cruzar el parque. Por supuesto, el Parque de María Luisa.

Escribir por (no) escribir

Escribir por escribir, no. Cuando no hay nada que decir, hay que decirlo. Contar que lo que pasa no se puede contar. Es mejor que salgas y lo veas. Tú. Y me lo cuentes y lo cuente. Y me lo escribas y te lo escriba. No sé, que hablemos. El corazón (a veces) se queda vacío de tanto esperar latiendo. De los días sin palabras y las noches sin besos. De no vivir en un sinvivir. No sé.

Será

Será porque me he acostumbrado a tenerte. Inerte junto a mi casi siempre. Ahí siempre, pocas veces aquí. Todo cambió aunque seamos los mismos. Y hagamos lo mismo. Aunque nos creamos felices. Hacía tiempo que no tomaba aire y daba palabras. Será que se vuelve mayor el niño que llevo dentro. O que fuera todos parecen niños y se creen mayores. De verdad que las arrugas que más se ven no están en la piel. Que no paso de las cosas que pasaron. Esas que pasan cuando pasas. Que pasan cuando escribo. Ya es tarde para sonreírte de nuevo. Este no es un texto triste. Este es un momento dado.