Borrador de pizarra

El borrador de pizarra es uno de esos inventos que nadie sabe muy porqué ha sobrevivido a la evolución tecnológica, la cual tiene alarmantes desfases entre algunos campos de avance. Imagino que situarán de que les hablo. Ese instrumento mal llamado borrador, puesto solo se trata de un aparato que EXTIENDE la tiza por la pizarra dejándola blanquecina y entorpeciendo la legibilidad.

Una vez hemos dicho que su eficacia no se corresponde con su nombre, el cual le viene grande, debemos pasar al objeto en sí. Tienen una foto para observar como se compone de dos partes: una superficie de madera rectangular y una especie de estropajo gris fácilmente deteriorable. En cuanto al elemento de madera, que en mi caso ha causado brechas en niños al arrojarse entre unos y otros, no entiendo porqué no es de un material más cómodo y seguro. Por otro lado, lo del estropajo no hay por donde cogerlo. Él es el culpable de que el borrador no borre, puesto que la mierda de estropajo se va impregnando de tiza progresivamente con lo que eso conlleva: más suciedad al limpiar difuminar. Por último, quiero destacar el proceso de limpieza de este aparato, el cual se suele producir en cornisas de clases o atizándolo contra paredes, quedando estas sucias y levantándose una polvareda totalmente nociva para los alumnos. Ya que los profesores su vuelven inmunes a sus efectos pasados varios años de docencia.

Bien. Ya hemos dicho que es inútil, inseguro, inservible, ineficiente, bastante feo, nocivo y sucio. Solo nos queda apuntar que es casi imposible cogerlo sin ensuciarse las manos de tiza, cosa que también comparte con la tiza en sí, otro elemento que sigue ahí en las clases sin sentido. Pero de eso hablaré otro día. Hoy hablé del borrador de pizarra y su inexplicable supervivencia a la transformación tecnológica actual, que nos permite saber que si hay tráfico en el centro de Bollullos de la Mitación, pero que no es capaz de tener las pizarras de los centros educativos limpias. Ha sido todo. ¡BORRADORES NUNCA MAIS!