Nunca me quedará París


Tendré en su lugar el frío recuerdo de sus calles. Las estaciones de metro pasando ante mis ojos junto a un africano que toquetea su iPhone. Una mancha de chocolate del crepe tapa la nieve de mi pantalón de pana y me recuerda la cruda realidad bajo el termostato parisino. No hay nada que sacar en claro. Las expectativas se cumplieron entre monotonía, agonía e hielo. Otra grada más conocida y un escaso bagaje sobre el edredón del hotel de rue des Morillons. Entre dudas sobre la belle dame sans merci vuelvo. Regreso al barrio tras ver otra urbe que no me dice tanto como me gustaría. De tanto que vi y tanto que anduve, no tuve tiempo de pensarte. Improviso casi por vocación. Me traigo bellos recuerdos y un mal resultado. Un chocolate caliente humeando en la terminal antes de partir. Antes de partirme. C´est la vie.