De-dos

Hay que ser libre para poder volar.
El último bailarín de Mao

Pero ten cuidado y no te des con el techo. Al igual que un buen bailarín necesita tener un cuerpo fuerte y flexible, yo como escritor necesito esas cualidades pero en mis dedos. Para que se deslicen suavemente provocando placer allá por donde tocan la tecla correcta. Vigorosos, imperfectos, exactos. Sincronizados a la perfección con la mente para que la inspiración no se escape y se empañe en mis cristales esperando a hacerlas dibujos con mi índice izquierdo. Líneas que recorren campos de mártires bajo la lluvia ruidosa y las miradas lascivas. Mi alma cabaretera hoy danza haciendo pareja con mis dedos. Que suene la música.