No sé escribir

Yo no sé escribir. No sé escribirte a ti que me lees, ni a ti que has entrado aquí por casualidad. Incluso, ni a mí. No sé hacerlo. Me entristezco a veces por ver que no me gusto hecho palabras. Que no llego al nivel que me medio me exijo. No se me salen los sentimientos por los dedos cuando aporreo las teclas de mi computadora. Y eso me enrabieta, aunque despues me entregue resignado a mi destino como escritor frustrado amante de la escritura. Esto también me pasa con la pintura. Mi madre pinta y le cojo medio envidia cuando veo la facilidad con la que se desenvuelve con el pincel y el lienzo en el balcón de mi casa. A veces me volvería cartesiano por un momento y suscribiría esta frase: Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro. Pero no. Porque algo si CREO que sé...


Yo solo sé mirarte, decir algo y rezar porque sonrías. Aguantar esa décima mientras mi voz viaja a tu oído y ver como gano. Eso sí se hacerlo. Y me encanta. Amo esa sensación. No cambiaría la capacidad redactora de los grandes literatos por mi capacidad para hacerte sonreír. Para arrancarte una sonrisa. Verte reír es mucho más satisfactorio que verme reflejado en un magnífico texto mío. No sé que se siente cuando uno lee algo suyo y se enorgullece por completo. Supongo que será grandísimo o quizás esa sensación no exista por culpa de la autoexigencia del artista literario. Pero si sé que es hacer reír y darme la enhorabuena por poder o saber hacerlo. Hacértelo. Por eso creo que lo mío también es arte. Otras artes. Artimañas para desarmarte y poder ver de nuevo tus dientes en armonía con tus labios abriéndose. Mostrando el esplendor tu cara. No existe nada más bello que alguien riéndose. Que tú riéndome. Y con saber esto, hoy me basta. Mañana ya veremos, miarma.