Deborah, devórame

Acabo de llegar de Islantilla. Mi cuerpo es testigo de como pega el solito por aquel lar. El fin de semana ha sido excelente y previsible. Terrón, barco, mal comer y gansterismo. Lo típico y tópico. Me encanta. Pero el finde dio el viernes noche un momento estelar. En la archiconocida y monopólica discoteca Puerto de Indias apareció él. O ella. Bueno, esa mezcla artística llamada Deborah Ombres. Enorme. No me acordaba de lo mucho que me entretenía verlo o verla.
De pronto dijo, necesito dos chicos para la próxima canción. Yo corrí. Sprinté. Lo juro. No llegué. Se me adelantaron dos canis-fashion. La rabia y la impotencia se apoderaron de mi camisa de más de 100 euros en un instante. Me quedé con la miel en los labios. A pocos metros de ella o de él. Afortunadamente, tenía alcohol para olvidar esa dura derrota.
Bueno, que aquí estoy de nuevo. Un poco más de alcohol para el cuerpo y visitando playas. La próxima parada será Rota. Quizás sea esta una gran semana. O quizás no. Los dilemas no se diluyen aunque los ignores. Seguimos para bingo...